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¿Desarrollo sostenible o rendición de soberanía?; alcances de la Agenda 2030 e implicancias del Marco de Cooperación entre la ONU y el Perú

Por: Caccia, GiulianaColaborador(es): Beltramo, CarlosTipo de material: TextoTextoIdioma: Español Detalles de publicación: Lima - Perú Santa María Ediciones 2024Edición: 1ra edición marzo 2024Descripción: 103 páginasISBN: 978-612-49184-3-8Otro título: Agenda 2030 en el PerúTema(s): Desarrollo sostenible | Soberanía | Agenda 2030 | Naciones Unidas - cooperaión | Naciones Unidas - desarrollo sostenibleClasificación CDD: 348.41 C 2024 Resumen: Parece haber quedado obsoleta la premisa de Gro Harlem Brundtland, reconocida como madre de la conciencia ambiental planetaria en 2010, que defendía la inexistencia de un único modelo de desarrollo sostenible, argumentando que cada nación debía trazar su propio camino. Actualmente, emerge el riesgo de que la Agenda 2030, tras su máscara de enfoque global, busque diluir la soberanía de los países forzándolos a adoptar un esquema predeterminado que podría contraponerse a sus prioridades y realidades específicas. En esta línea, el libro “¿Desarrollo sostenible o rendición de soberanía?”, de Giuliana Caccia y Carlos Beltramo, argumenta que al exigir que los países acepten su marco de manera “integrada e indivisible”, la Agenda 2030 limita las adaptaciones locales y el respeto por los valores e intereses propios de cada Estado. De todos los elementos de esta agenda, los más sobresalientes son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuyos contenidos son valiosos y fundamentales. Estos ODS han logrado movilizar a las principales empresas para abordar nuestras brechas más significativas, englobando áreas como la salud y el bienestar (ODS 3), el trabajo digno y el crecimiento económico (ODS 8), la reducción de las desigualdades (ODS 10), los ecosistemas marinos y terrestres (ODS 14 y 15), y la institucionalidad, paz y justicia (ODS 16). Caccia extiende su análisis hacia las 169 metas específicas, revelando el esencial compromiso de “todo o nada”. Entonces, ¿cuál es el problema? La presencia de ideologías encubiertas en la Agenda 2030, evidenciando subjetividades y sesgos en aspectos como la gobernanza global, la ideología de género, la natalidad, la migración, el desarrollo sostenible, entre otros. La aproximación de la Agenda 2030 sostiene una lógica borrosa en cuanto al respeto por la diversidad de pensamiento y valores, omitiendo considerar a la familia como un pilar fundamental en la promoción de los valores. En Perú y otras regiones de América Latina, hay un respeto tradicional hacia la familia heredado de nuestras raíces precolombinas. En el fondo, la agenda promueve la adopción de un enfoque materialista y secular, separando la religión del Estado, y promoviendo una interpretación de la vida similar a la de figuras como Locke o Freud, marcada por el ateísmo, agnosticismo o relativismo pragmático. Con este relegamiento del espíritu humano a un segundo plano, la agenda adquiere la libertad de manejar con más soltura las normativas internacionales propuestas para los Estados, cada vez menos soberanos. Cabe destacar que tales normativas pueden ser ilícitas o moralmente reprobadas en diversas culturas globales. Considerando que católicos y musulmanes representan casi la mitad de la población mundial y siendo América Latina el hogar de un vasto número de fieles católicos, surge la pregunta: ¿Cuál es el propósito de seguir una agenda que carece de neutralidad? Además, parece favorecer a industrias específicas que abordan necesidades como la “salud reproductiva”, el aborto, el cambio de género, la fecundación in vitro, la terapia LGBTQ+, la sexología, y más. La soberanía nacional experimenta un claro impacto bajo la Agenda 2030, ya que cada nación miembro se ve obligada a reportar sus avances en foros de desarrollo sostenible, actuando como supervisores externos y cuestionando nuestra autodeterminación. En cuanto a las políticas de desarrollo sostenible, bajo la apariencia de progreso, podrían incrementar aún más la marginalidad de las poblaciones vulnerables. Por ejemplo, en el lago Titicaca, medidas como la revitalización ambiental han generado preocupaciones sobre migraciones obligadas de las comunidades locales dependientes del lago para su subsistencia. Una interpretación pragmática real de la Agenda 2030 abogaría por una colaboración internacional que fomente nuestro desarrollo sostenible sin imponer un modelo único, inadecuado o ineficaz para los distintos entornos culturales y políticos… Es un libro muy recomendable.
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Parece haber quedado obsoleta la premisa de Gro Harlem Brundtland, reconocida como madre de la conciencia ambiental planetaria en 2010, que defendía la inexistencia de un único modelo de desarrollo sostenible, argumentando que cada nación debía trazar su propio camino. Actualmente, emerge el riesgo de que la Agenda 2030, tras su máscara de enfoque global, busque diluir la soberanía de los países forzándolos a adoptar un esquema predeterminado que podría contraponerse a sus prioridades y realidades específicas. En esta línea, el libro “¿Desarrollo sostenible o rendición de soberanía?”, de Giuliana Caccia y Carlos Beltramo, argumenta que al exigir que los países acepten su marco de manera “integrada e indivisible”, la Agenda 2030 limita las adaptaciones locales y el respeto por los valores e intereses propios de cada Estado.
De todos los elementos de esta agenda, los más sobresalientes son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuyos contenidos son valiosos y fundamentales. Estos ODS han logrado movilizar a las principales empresas para abordar nuestras brechas más significativas, englobando áreas como la salud y el bienestar (ODS 3), el trabajo digno y el crecimiento económico (ODS 8), la reducción de las desigualdades (ODS 10), los ecosistemas marinos y terrestres (ODS 14 y 15), y la institucionalidad, paz y justicia (ODS 16). Caccia extiende su análisis hacia las 169 metas específicas, revelando el esencial compromiso de “todo o nada”. Entonces, ¿cuál es el problema? La presencia de ideologías encubiertas en la Agenda 2030, evidenciando subjetividades y sesgos en aspectos como la gobernanza global, la ideología de género, la natalidad, la migración, el desarrollo sostenible, entre otros.
La aproximación de la Agenda 2030 sostiene una lógica borrosa en cuanto al respeto por la diversidad de pensamiento y valores, omitiendo considerar a la familia como un pilar fundamental en la promoción de los valores. En Perú y otras regiones de América Latina, hay un respeto tradicional hacia la familia heredado de nuestras raíces precolombinas. En el fondo, la agenda promueve la adopción de un enfoque materialista y secular, separando la religión del Estado, y promoviendo una interpretación de la vida similar a la de figuras como Locke o Freud, marcada por el ateísmo, agnosticismo o relativismo pragmático.
Con este relegamiento del espíritu humano a un segundo plano, la agenda adquiere la libertad de manejar con más soltura las normativas internacionales propuestas para los Estados, cada vez menos soberanos. Cabe destacar que tales normativas pueden ser ilícitas o moralmente reprobadas en diversas culturas globales. Considerando que católicos y musulmanes representan casi la mitad de la población mundial y siendo América Latina el hogar de un vasto número de fieles católicos, surge la pregunta: ¿Cuál es el propósito de seguir una agenda que carece de neutralidad? Además, parece favorecer a industrias específicas que abordan necesidades como la “salud reproductiva”, el aborto, el cambio de género, la fecundación in vitro, la terapia LGBTQ+, la sexología, y más. La soberanía nacional experimenta un claro impacto bajo la Agenda 2030, ya que cada nación miembro se ve obligada a reportar sus avances en foros de desarrollo sostenible, actuando como supervisores externos y cuestionando nuestra autodeterminación.
En cuanto a las políticas de desarrollo sostenible, bajo la apariencia de progreso, podrían incrementar aún más la marginalidad de las poblaciones vulnerables. Por ejemplo, en el lago Titicaca, medidas como la revitalización ambiental han generado preocupaciones sobre migraciones obligadas de las comunidades locales dependientes del lago para su subsistencia.
Una interpretación pragmática real de la Agenda 2030 abogaría por una colaboración internacional que fomente nuestro desarrollo sostenible sin imponer un modelo único, inadecuado o ineficaz para los distintos entornos culturales y políticos… Es un libro muy recomendable.

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