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Introduccion a la psicologia

Por: Mcdougall William [autor]Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Detalles de publicación: Buenos Aires editorial paidos 19Descripción: 212 Páginas 18.5 x 11.5 cmTema(s): COMPORTAMIENTO ANIMAL: ESTUDIO | CONCIENCIA: ESTUDIO | MENTE: ESTRUCTURA | NIÑEZ: ESTUDIO | PSICOLOGIA ANORMAL | PSICOLOGIA INDIVIDUAL | PSICOLOGIA SOCIAL | PSICOLOGIA: ESTUDIOClasificación CDD: 301.2 M8 1961 Resumen: William McDougall es uno de esos autores que muchos mencionan pero (quizás) pocos han leído. Constantemente citado, junto con Edward A. Ross, puesto que Gordon Allport (1969) toma sus obras de 1908 como los primeros textos en llevar, en sus títulos, el mote de Psicología Social. Su importancia no radica sólo en aquella apreciación de Allport. Por ejemplo, su relevancia se deja ver en las citas de aquellos manuales de psicología social psicológicos, y también en lo sociológicos que lo atacaban, tan solo véase el breve recuento que hacen Collier, Minton y Reynolds (1991). La obra que acá nos ocupa es, de igual manera, un buen indicador de su relevancia, Introducción a la psicología: Estudio de la conducta (Psycholigy, the study of behaviour), es un aporte que, de manera general, concuerda con su posición defensora de una teoría psicológica de los instintos. En principio, platea una definición de Psicología, tras argumentar que definirla como “la ciencia del alma” o “la ciencia de la mente” es una mala opción debido a una vaguedad respecto a eso que se entiende por alma y mente. La opción que brinda es nombrarle como “la ciencia positiva de la conducta”, pues la conducta es algo que para el autor si es observable, por lo tanto descriptible. Pero la conducta es sólo la parte visible de un entramado más amplio de eso que abarca la Psicología, de fondo, un tanto interno e íntimo, la consciencia (también llamada “idea” o “corriente de sensaciones”) es entendida como el paso inicial para una mejor penetración o entendimiento de la conducta. McDougall, tras un recorrido en el abordaje y esclarecimiento del término consciencia, nos lleva a los senderos de la mente, de ésta dirá que es “la suma de las condiciones permanentes de sus actividades intencionadas. A fin de destacar que tales condiciones no constituyen un mero agregado, sino más bien un sistema orgánico donde cada parte se halla funcionalmente vinculada con el resto de una manera cierta, debemos hablar de la estructura de la mente. Esta estructura es algo que, si bien escapa a toda observación, perdura a través de la vida del individuo, y de cuya naturaleza todas las actividades mentales y corporales son expresiones y revelaciones” (p. 60). Y la descripción de la estructura mental ha sido abordada de diferentes maneras (un conjunto de facultades, como una asociación de ideas y su identificación con la estructura del sistema nervioso), las cuales fueron rechazadas, en un principio, pero se aceptaron ciertas características consideradas como buenos aportes, de ello se desprenderá que: “en toda estructura mental existe algo que perdura como base de la potencialidad de pensar cada objeto especifico mentalmente pensable. Para designarlo necesitamos un nombre neutral, que no suponga nada. Coincidimos en que no bebe llamárselo idea inconsciente o latente. Acaso el mejor término sea disposición mental, porque es lo que dispone o capacita a la mente para pensar o ejercer sus facultades cognoscitivas, afectivas y volitivas sobre un objeto” (p. 70). Además “El sistema total integrado por todas las disposiciones cognoscitivas constituye lo que ordinariamente se designa como el conocimiento poseído por la mente” (p. 71). En cuanto al lenguaje “de una comunidad formula de manera objetiva su progreso intelectual; refleja la estructura mental de sus individuos, permite y realmente insta a cada generación a construir su estructura mental con arreglo al modelo establecido por las generaciones anteriores” (p. 81). ¿Será acaso que McDougall se aproxima más a una psicología social al considerar que el lenguaje es un proceso de mayor escala, digamos colectivo, que aquella fijación con el organismo y la conducta? La respuesta es: aún no. En tanto los campos de la psicología pueden dividirse en: 1) psicología del adulto normal; 2) psicología animal; 3) psicología del niño; 4) psicología individual; 5) psicología del hombre en estados anormales y de enfermedad; y 6) psicología social. Los métodos de estudio pueden reunirse bajo tres designaciones principales: 1) Introspección; 2) La observación e interpretación del comportamiento; y 3) El estudio de las creaciones de la actividad mental y corporal. McDougall nos dirá que “estos tres grandes métodos de investigación deben combinarse en lo posible” (p. 99), esta combinación encuentra su ruta en eso llamado “psicología experimental”. La psicología fisiológica es un método aplicable a todos los campos “un método que complementa en muchos puntos los tres grandes métodos de observación psicológica” (pp. 105-106). McDougall nos ofrece un recorrido por los ya mencionados campos de la psicología. Cada uno muy acorde con un proceso evolutivo, es decir, con un despliegue de potencialidades latentes, además de su insistencia en tendencias mentales innatas, transmitidas por herencia. Teniendo como base el estudio del comportamiento animal (Nota: McDougall fue un convencido de que gracias al estudio de ciertas especies animales se pudo llegar a la conclusión de que así como los instintos están presentes en insectos, mamíferos y otros bichos, también lo están en el ser humano, por lo que “hemos aprendido que cada organismo individual, humano o animal, inicia su actividad apreciablemente dotado con cierta pate de su estructura mental, cognoscitiva y conativa, ya perfeccionada, o bien de una estructura escasamente perfeccionada, pero rica en cuanto a tendencias innatas al desarrollo estructural” (p. 120)), para posteriormente rescatar lo hecho en el estudio de la niñez, la psicología individual y la importancia del abordaje de la psicología anormal. Finalmente el capítulo VII está dedicado a la Psicología Social. Tras haber expuesto la estructura, génesis y modos de operación de la mente individual, McDougall nos dice que aún hay terreno por explorar, esto es, aquel espacio de las mentes supraindividuales o colectivas, entonces: “Cabe considerar la mente como un sistema organizado de fuerzas mentales o intencionales, y, en el sentido así definido, puede decirse con propiedad que toda sociedad humana posee una mente colectiva. Porque las acciones colectivas que constituyen la historia de tal sociedad están condicionadas por una organización únicamente descriptible en términos mentales y que empero no está comprendida dentro de la mente de individuo alguno” (p. 172). Al considerar la mente colectiva se propone abordar tres aspectos de trabajo para la psicología social: 1) los principios generales de la psicología colectiva, es decir, los del pensamiento, el sentimiento y la acción colectivos; 2) las particularidades del comportamiento colectivo y de la vida mental de determinadas sociedades; y 3) la incorporación a las sociedad de cada nuevo miembro (una parte se da por medio de la herencia social, esto es por ser miembro de una tradición intelectual –debido al lenguaje- y por otra la tradición moral, fruto no de la herencia, sino de la influencia de la sociedad, acorde al código moral de cada comunidad, entonces se hablará de la sugestión, la simpatía y la imitación como procesos con los cuales la sociedad obra sobre las mentes en desarrollo). McDougall considera que el punto de partida para el estudio de los principios de la psicología colectiva son las formas más simples de asociación animal (el foco queda en el instinto gregario y la reacción simpática) y humana, la cual es “la multitud de hombres accidentalmente congregados” (p. 178), con todo y sus explosivas emociones e impulsos primarios (el pánico, la cólera), se señalan algunas características más de la multitud que en otros espacios también habían sido indicadas (por ejemplo por Gustavo Le Bon (1901), entre otros), dígase la pérdida de identidad y responsabilidad personal, donde “La excitabilidad emocional de la multitud es muy desfavorable a sus procesos intelectuales, porque la emoción intensa torna al hombre acrítico, apresurado, parcial en el juicio y propenso a creer fácilmente por simple sugestión” (p. 179). Pero no todo es negativo en cuanto a la masa se refiere, McDoaugall nos dice: “Al compartir la vida colectiva de las sociedades organizadas, la masa humana supera el nivel del comportamiento puramente egoísta y es a través de tal forma de vida que gran cantidad de hombres se eleva a un nivel de conducta benéfico para los demás y aun a las alturas del autosacrificio heroico” (p. 181). Entonces la tarea de la psicología colectiva estriba en “mostrar cómo la organización de las sociedades produce este resultado paradójico” (ibíd.), es decir, la muestra de un proceso mental bajo, por una parte, y el alcance de un nivel intelectual y moral alto, por la otra. Para esto se presenta la organización de un ejército a modo de ejemplo, pero igual vale estudiar otros tipos de grupos organizados (la tribu salvaje, la sociedad secreta, el partido político, etc.), lo que lleva a la psicología colectiva al estudio y cierta comprensión “de lo que constituye la forma más compleja, interesante e importante de la mente colectiva: la mente de una moderna nación-estado” (p. 184). En fin, uno podrá estar o no de acuerdo con McDougall en sus planteamientos y expresiones, pero es notable que aún él considere la existencia e importancia de una psicología social que cobra completo sentido una vez que la mente individual ha sido abordada. Introducción a la psicología: Estudio de la conducta, es una obra que llevará al lector por los senderos de una psicología, en apariencia, centrada en procesos individuales, que sin embargo, no son más que una larga introducción a una Psicología Social (entendida como un campo de estudio de una psicología general). Referencias. Allport, Gordon (1969). Antecedentes Históricos de la Psicología Social. Facultad de Psicología. UNAM. Collier, G., Minton, H. y Reynolds, G. (1991). “Introducción” en Escenarios y Tendencias de la Psicología Social. Madrid. Tecnos. Pp. 35-56. Le Bon, G. (1901): La psicología de las multitudes. México. Divulga
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301.2 M8 1961 (Navegar estantería (Abre debajo)) 1 Disponible BC24020150

William McDougall es uno de esos autores que muchos mencionan pero (quizás) pocos han leído. Constantemente citado, junto con Edward A. Ross, puesto que Gordon Allport (1969) toma sus obras de 1908 como los primeros textos en llevar, en sus títulos, el mote de Psicología Social. Su importancia no radica sólo en aquella apreciación de Allport. Por ejemplo, su relevancia se deja ver en las citas de aquellos manuales de psicología social psicológicos, y también en lo sociológicos que lo atacaban, tan solo véase el breve recuento que hacen Collier, Minton y Reynolds (1991). La obra que acá nos ocupa es, de igual manera, un buen indicador de su relevancia, Introducción a la psicología: Estudio de la conducta (Psycholigy, the study of behaviour), es un aporte que, de manera general, concuerda con su posición defensora de una teoría psicológica de los instintos. En principio, platea una definición de Psicología, tras argumentar que definirla como “la ciencia del alma” o “la ciencia de la mente” es una mala opción debido a una vaguedad respecto a eso que se entiende por alma y mente. La opción que brinda es nombrarle como “la ciencia positiva de la conducta”, pues la conducta es algo que para el autor si es observable, por lo tanto descriptible.

Pero la conducta es sólo la parte visible de un entramado más amplio de eso que abarca la Psicología, de fondo, un tanto interno e íntimo, la consciencia (también llamada “idea” o “corriente de sensaciones”) es entendida como el paso inicial para una mejor penetración o entendimiento de la conducta. McDougall, tras un recorrido en el abordaje y esclarecimiento del término consciencia, nos lleva a los senderos de la mente, de ésta dirá que es “la suma de las condiciones permanentes de sus actividades intencionadas. A fin de destacar que tales condiciones no constituyen un mero agregado, sino más bien un sistema orgánico donde cada parte se halla funcionalmente vinculada con el resto de una manera cierta, debemos hablar de la estructura de la mente. Esta estructura es algo que, si bien escapa a toda observación, perdura a través de la vida del individuo, y de cuya naturaleza todas las actividades mentales y corporales son expresiones y revelaciones” (p. 60).

Y la descripción de la estructura mental ha sido abordada de diferentes maneras (un conjunto de facultades, como una asociación de ideas y su identificación con la estructura del sistema nervioso), las cuales fueron rechazadas, en un principio, pero se aceptaron ciertas características consideradas como buenos aportes, de ello se desprenderá que: “en toda estructura mental existe algo que perdura como base de la potencialidad de pensar cada objeto especifico mentalmente pensable. Para designarlo necesitamos un nombre neutral, que no suponga nada. Coincidimos en que no bebe llamárselo idea inconsciente o latente. Acaso el mejor término sea disposición mental, porque es lo que dispone o capacita a la mente para pensar o ejercer sus facultades cognoscitivas, afectivas y volitivas sobre un objeto” (p. 70). Además “El sistema total integrado por todas las disposiciones cognoscitivas constituye lo que ordinariamente se designa como el conocimiento poseído por la mente” (p. 71). En cuanto al lenguaje “de una comunidad formula de manera objetiva su progreso intelectual; refleja la estructura mental de sus individuos, permite y realmente insta a cada generación a construir su estructura mental con arreglo al modelo establecido por las generaciones anteriores” (p. 81). ¿Será acaso que McDougall se aproxima más a una psicología social al considerar que el lenguaje es un proceso de mayor escala, digamos colectivo, que aquella fijación con el organismo y la conducta? La respuesta es: aún no.

En tanto los campos de la psicología pueden dividirse en: 1) psicología del adulto normal; 2) psicología animal; 3) psicología del niño; 4) psicología individual; 5) psicología del hombre en estados anormales y de enfermedad; y 6) psicología social. Los métodos de estudio pueden reunirse bajo tres designaciones principales: 1) Introspección; 2) La observación e interpretación del comportamiento; y 3) El estudio de las creaciones de la actividad mental y corporal. McDougall nos dirá que “estos tres grandes métodos de investigación deben combinarse en lo posible” (p. 99), esta combinación encuentra su ruta en eso llamado “psicología experimental”. La psicología fisiológica es un método aplicable a todos los campos “un método que complementa en muchos puntos los tres grandes métodos de observación psicológica” (pp. 105-106).

McDougall nos ofrece un recorrido por los ya mencionados campos de la psicología. Cada uno muy acorde con un proceso evolutivo, es decir, con un despliegue de potencialidades latentes, además de su insistencia en tendencias mentales innatas, transmitidas por herencia. Teniendo como base el estudio del comportamiento animal (Nota: McDougall fue un convencido de que gracias al estudio de ciertas especies animales se pudo llegar a la conclusión de que así como los instintos están presentes en insectos, mamíferos y otros bichos, también lo están en el ser humano, por lo que “hemos aprendido que cada organismo individual, humano o animal, inicia su actividad apreciablemente dotado con cierta pate de su estructura mental, cognoscitiva y conativa, ya perfeccionada, o bien de una estructura escasamente perfeccionada, pero rica en cuanto a tendencias innatas al desarrollo estructural” (p. 120)), para posteriormente rescatar lo hecho en el estudio de la niñez, la psicología individual y la importancia del abordaje de la psicología anormal.

Finalmente el capítulo VII está dedicado a la Psicología Social. Tras haber expuesto la estructura, génesis y modos de operación de la mente individual, McDougall nos dice que aún hay terreno por explorar, esto es, aquel espacio de las mentes supraindividuales o colectivas, entonces: “Cabe considerar la mente como un sistema organizado de fuerzas mentales o intencionales, y, en el sentido así definido, puede decirse con propiedad que toda sociedad humana posee una mente colectiva. Porque las acciones colectivas que constituyen la historia de tal sociedad están condicionadas por una organización únicamente descriptible en términos mentales y que empero no está comprendida dentro de la mente de individuo alguno” (p. 172).

Al considerar la mente colectiva se propone abordar tres aspectos de trabajo para la psicología social: 1) los principios generales de la psicología colectiva, es decir, los del pensamiento, el sentimiento y la acción colectivos; 2) las particularidades del comportamiento colectivo y de la vida mental de determinadas sociedades; y 3) la incorporación a las sociedad de cada nuevo miembro (una parte se da por medio de la herencia social, esto es por ser miembro de una tradición intelectual –debido al lenguaje- y por otra la tradición moral, fruto no de la herencia, sino de la influencia de la sociedad, acorde al código moral de cada comunidad, entonces se hablará de la sugestión, la simpatía y la imitación como procesos con los cuales la sociedad obra sobre las mentes en desarrollo).

McDougall considera que el punto de partida para el estudio de los principios de la psicología colectiva son las formas más simples de asociación animal (el foco queda en el instinto gregario y la reacción simpática) y humana, la cual es “la multitud de hombres accidentalmente congregados” (p. 178), con todo y sus explosivas emociones e impulsos primarios (el pánico, la cólera), se señalan algunas características más de la multitud que en otros espacios también habían sido indicadas (por ejemplo por Gustavo Le Bon (1901), entre otros), dígase la pérdida de identidad y responsabilidad personal, donde “La excitabilidad emocional de la multitud es muy desfavorable a sus procesos intelectuales, porque la emoción intensa torna al hombre acrítico, apresurado, parcial en el juicio y propenso a creer fácilmente por simple sugestión” (p. 179).

Pero no todo es negativo en cuanto a la masa se refiere, McDoaugall nos dice: “Al compartir la vida colectiva de las sociedades organizadas, la masa humana supera el nivel del comportamiento puramente egoísta y es a través de tal forma de vida que gran cantidad de hombres se eleva a un nivel de conducta benéfico para los demás y aun a las alturas del autosacrificio heroico” (p. 181). Entonces la tarea de la psicología colectiva estriba en “mostrar cómo la organización de las sociedades produce este resultado paradójico” (ibíd.), es decir, la muestra de un proceso mental bajo, por una parte, y el alcance de un nivel intelectual y moral alto, por la otra. Para esto se presenta la organización de un ejército a modo de ejemplo, pero igual vale estudiar otros tipos de grupos organizados (la tribu salvaje, la sociedad secreta, el partido político, etc.), lo que lleva a la psicología colectiva al estudio y cierta comprensión “de lo que constituye la forma más compleja, interesante e importante de la mente colectiva: la mente de una moderna nación-estado” (p. 184).

En fin, uno podrá estar o no de acuerdo con McDougall en sus planteamientos y expresiones, pero es notable que aún él considere la existencia e importancia de una psicología social que cobra completo sentido una vez que la mente individual ha sido abordada. Introducción a la psicología: Estudio de la conducta, es una obra que llevará al lector por los senderos de una psicología, en apariencia, centrada en procesos individuales, que sin embargo, no son más que una larga introducción a una Psicología Social (entendida como un campo de estudio de una psicología general).

Referencias.

Allport, Gordon (1969). Antecedentes Históricos de la Psicología Social. Facultad de Psicología. UNAM.

Collier, G., Minton, H. y Reynolds, G. (1991). “Introducción” en Escenarios y Tendencias de la Psicología Social. Madrid. Tecnos. Pp. 35-56.

Le Bon, G. (1901): La psicología de las multitudes. México. Divulga

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